Esta técnica se inicia con la lectura de un cuento y continúa con un ejercicio que promueve una reflexión individual acerca de cómo expresamos nuestras emociones.
OBJETIVOS:
- Reconocer las dificultades para la expresión de las emociones, producto de la socialización genérica, analizando los costos para la salud mental.
- Dar elementos para la reflexión personal, analizando la expresión de emociones e identificando las básicas e innatas.
- Reflexionar de qué maneras aprendemos a inhibir o a exagerar emociones.
MATERIALES NECESARIOS:
- Pliegos grandes de papel
- Papelógrafo
- Tarjetas
- Cinta adhesiva
- Colores de madera/pinturas
TIEMPO RECOMENDADO:
- Dos horas y media
NOTAS PARA LA PLANEACIÓN:
- Es importante que el facilitador, tenga un manejo básico de sus propias emociones, para poder ayudar al grupo a reflexionarlas.
- Se sugiere que si no se conoce este ejercicio, el facilitador lo realice antes de llevarlo al grupo, siguiendo el principio de "no llevar al grupo más allá de lo que el mismo facilitador ha caminado".
- La manera en que cada persona expresa sus emociones varía, sin embargo, es importante observar algunas tendencias que se presentan, dada la socialización masculina. Es frecuente que los hombres jóvenes escondan su miedo, su tristeza y hasta su ternura. No es raro que su enojo lo expresen en forma violenta.
- Una persona que no reconoce sus emociones, no sólo no puede expresarlas, sino que corre el riesgo de que éstas lo conduzcan. Es central distinguir entre el "sentir" y el "actuar", para buscar formas de expresión que no dañen a otros, por tal razón esta técnica es muy útil en el trabajo de prevención de la violencia.
- Es importante considerar y resaltar que el trabajo con las emociones se inicia reconociéndolas, valorándolas y reapropiándonos de ese recurso humano que tenemos y que podemos aprovechar para enfrentar diversas situaciones de la vida cotidiana (por ejemplo: para tomar decisiones acerca de la sexualidad, la paternidad y prevenir la violencia, las adicciones y el suicidio).
- Es importante considerar que dada la socialización masculina, existe la tendencia a no mirar a los ojos ya que puede existir el fantasma de caer en actitudes de reto, o que se crea que hay atracción hacia alguien de su propio sexo; es un momento propicio para aclarar que el mirar a los ojos es una manera más de expresar y comunicar, y que es un recurso de todos los seres humanos.
PROCEDIMIENTO:
- Pedimos al grupo que se siente en círculo y dé lectura al cuento: "EL OTRO YO".
- Preguntar: a) ¿Qué fue lo que más les llamó la atencion del cuento? b) ¿En qué se parece a la vida? c) Durante un minuto recuerden los aspectos, actitudes, emociones que han dejado de lado, y ¿porqué? d) ¿Para qué les sirvió dejarlo a un lado y cuáles son las áreas, actitudes y emociones que tuvieron que desarrollar más? e) ¿Cuál ha sido el costo de esta pérdida?
- Se pregunta al grupo ¿cuál es la comida favorita de cada quién? Se deja que varios respondan. ¿Y cuál es la comida que menos les gusta? Se reflexiona que así como con la comida, hay gustos y preferencias en el manejo de emociones; también hay algunas que tenemos más presentes y manifestamos con mayor facilidad, mientras que otras emociones nos cuesta trabajo manejarlas y hasta las evitamos.
- Se les indica que se van a trabajar 5 emociones básicas: Miedo Afecto Tristeza Enojo Alegría Juntos, llamamos estas cinco emociones "MATEA"
- Se toma un tiempo para identificar en qué parte de su cuerpo sienten cada emoción, y como podemos diferenciar una emoción de otra.
- Se realiza el ejercicio en forma individual:
- Se asigna el número 1 a la emoción que expresan más fácilmente
- El número 2 a la que le sigue
- El número 3 a la que les es indiferente (ni se dificulta ni se facilita su expresión)
- El número 4 a la que se dificulta un poco
- El número 5 a la que se dificulta más y muchas veces se niega
7. Una vez que terminaron su ejercicio individual, se comparte con el resto del grupo. Es muy importante que todos participen. Si el grupo es muy grande se forman subgrupos.
8. En plenaria, se reflexionan las similitudes y las diferencias dentro del grupo.
PUNTOS A REFORZAR:
- Las emociones que numeramos como 1 y 2, son las que hemos aprendido a exagerar.
- A las que les pusimos el 4 y 5, son aquellos que aprendimos a disminuir.
- A la que pusimos el 3, es la que no necesitamos ni disminuir ni exagerar, pues la manejamos de manera más natural.
PREGUNTAS PARA LA DISCUSIÓN:
- ¿De qué les ha servido disminuir y exagerar ciertas emociones? ¿cómo aprendieron a hacerlo? ¿qué costos ha tenido para ellos mismos?
- ¿Cómo influye MATEA en las relaciones que establezco con las demás personas (pareja, familia, amigos, etc)?
- ¿Cuál es la función de las emociones? Se dan ejemplos (el miedo nos ayuda ante situaciones de peligro, el enojo para defendernos) y se pide ejemplos al grupo.
- Podemos cerrar la sesión con la pregunta: ¿Descubriste algo nuevo en ti?
NOTA: Se comenta que las emociones no son ni buenas ni malas, ni femeninas ni masculinas, sino que son recuerdos humanos. Y que no somos responsables de cómo las sentimos, pero sí de lo que hacemos por lo que sentimos. En relación al enojo, es importante que el grupo pueda reconocer la diferencia entre la violencia y la expresión directa y verbal de un enojo.
¿Qué podemos hacer para expresar libremente nuestras emociones? ¿Cómo puedo flexibilizar la expresión de lo que siento? Que cada quien anote sus reflexiones personalmente y, si lo desean, pueden compartir en pequeños grupos.
CIERRE: Al final debe enfatizarse que las emociones pueden ser vistas como una forma de energía que nos permite sacar aquello que nos oprime y daña internamente. Lograr su expresión sin dañar a otros nos ayuda a fortalecernos más y a relacionarnos mejor con el mundo que nos rodea. Las diferentes emociones son sencillamente el reflejo de necesidades afectivas, lo mejor es no instalarse en una o dos emociones, sino moverse en todas ellas según vayan apareciendo sucesos en nuestras vidas. Generalmente, desde una edad muy temprana se le suele proponer/imponer a los niños que no se deben enojar o ser miedosos y que las niñas se ven feas cuando muestran su enojo. La salud emocional tiene que ver con la flexibilización en el manejo de las emociones, pues éstas son recursos para identificar y expresar nuestras necesidades.
"EL OTRO YO"
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leia historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos en la naríz roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo, menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el otro yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó, el otro yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al otro yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del otro yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, Pero en seguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Este pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso lo llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: pobre Armando, y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
Mario Benedetti
Didáctico
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